Por Gaby Carrillo y Nancy Salas. Cofundadoras de Humanus
Educar a los hijos siempre ha sido un tema complejo y más desafiante se ha vuelto educarlos para el mundo de hoy. Redes sociales, plataformas, aplicaciones son ahora la forma en la que nuestros hijos aprenden a relacionarse con su entorno.
Esta nueva cultura tiene su propia forma de moverse, su propio lenguaje y propias ideas. Es complicado conectarse con los hijos adolescentes y los niños tienen a su alcance opciones ilimitadas para prácticamente todo y cambian constantemente. Sin embargo, todo tiene sus ventajas, y como padres es importante que podamos transmitirlas a los hijos de modo sencillo, fundamentado y natural.
En este artículo te presentamos una serie de consejos que te pueden servir como guía para que a pesar de todos los cambios que hay y vendrán, tus hijos puedan desarrollar las herramientas necesarias para su adecuado desarrollo.
- Observar, observar y volver a observar.
Cuántas veces nos ha pasado cuando los hijos son pequeños que se detienen en el camino; una hormiga, una piedra, el agua que pasa. Todo les llama la atención. Esta forma de conocer su entorno naturalmente la hacen a través de la observación, Einstein decía que el conocimiento se adquiere por medio del estudio y la sabiduría por medio de la observación. Así que fomentar la observación es muy importante para que conozcan su entorno. Planear actividades fuera de casa en parques, museos, la naturaleza, caminar por la ciudad, pueden ayudar a generar espacios donde los hijos desarrollen la observación.
Enseñar a los hijos a observar desde pequeños les dará herramientas necesarias para desarrollar su forma de pensar y sus propias ideas. Esto puede empezar desde pequeños al caminar con ellos y detenerse a contemplar, admirar y asombrarse con lo que les rodea; hacer preguntas y resumir qué fue lo que les gustó más de lo que observaron.
A medida que crecen los hijos la observación se puede hacer más profunda y compleja, con más detalles y con mejores razonamientos. Salir a vivir experiencias es fundamental para desarrollar esta habilidad.
- Decir las cosas tal cual son: hablar con la verdad.
Hablar a los hijos con la verdad en muchas ocasiones supone un reto para los padres que se esfuerzan por tener una conexión con sus hijos. Implica corregir si están lejos de la verdad y enfrentarse a diferencias que pueden existir naturalmente porque simplemente son y piensan diferente.
Al hablar de la verdad no se trata de prepararse para el debate o de convencer a los hijos de tener la misma forma de pensar o ver las cosas, sino de dar ejemplo, y dejar que ellos comiencen su proceso de pensamiento propio, abriendo horizontes, creando inquietudes, invitando a tener criterio. La sobremesa, los momentos en el coche, todos son buenas oportunidades para crear canales de comunicación con los hijos.
Para que los hijos puedan ser plurales deben ser capaces de dialogar y encontrarse con otras personas que piensen diferente y que no por eso deba existir una imposición de ideas o cambios en su conducta, sino un respeto en las diferencias.
- Vivir las ideas y convicciones con naturalidad.
Lo que necesitan los hijos para tener convicciones sólidas es ver que sus padres vivan un sistema de valores que les permita ser felices y que además les resulte atractivo. Que el padre y la madre sean testimonio de sus ideas, mueve más a los hijos que explicarles continuamente qué deben hacer y creer.
Un padre coherente da ejemplo y se siente tranquilo al comunicarse con su hijo. Entonces más allá de lo que pueda hablar, su forma de ser guiará al hijo hacia formar un criterio mucho más fuerte. Por eso es tan importante que al hablar de responsabilidad o de sexualidad primero los padres estén de acuerdo con lo que van a enseñar. En la adolescencia vemos muchos padres que pierden credibilidad o que los hijos no pueden seguir los valores que sus padres les tratan de inculcar porque los padres son los primeros que no los practican.
- Tener claro no todas las ideas deben ser aceptadas.
Las batallas más importantes no se dan actualmente con armas en las calles, o en una guerra política o económica, la batalla está dura sucediendo en el campo de la ideología. Es una guerra de ideas, que realmente no es nueva, solo que los medios masivos, las redes sociales y el internet son los nuevos recursos que se están utilizando.
Alfonso López Quintás, filósofo y catedrático español, advertía en el 2007 que la sociedad contemporánea está siendo sometida a una batalla ideológica que afecta a todos. “Juegan con las palabras y las imágenes para hacernos pensar lo que los grandes manipuladores quieren”, señalaba. Las escuelas, universidades, los centros de entretenimiento, los supermercados, no se diga el cine y la televisión están llenos de ideas manipuladas que tratan de crear nuevas ideas y que sean vistas como normales.
Una de las formas en la que los padres pueden ayudar a sus hijos a encontrarse con toda esta mezcla de ideologías es tener en casa una formación clara de que la persona es igual de importante y digna a pesar de su conducta o criterio. Cuando al corregir a un hijo no lo etiquetamos y se le hace ver que lo que hizo está mal y aprenden a no rechazar al otro por ser diferente sino rechazar la conducta que no sea buena, les ayudará a ver que las ideas impuestas pueden hacer daño si no tienden al bien.
- Hacer lo que realmente quieren y nada más.
Hoy lo hace, mañana no, y así se pueden ver a muchos jóvenes que van por la vida cambiando de parecer y actuando según se sientan. Las emociones han sido sobrevaloradas por encima de lo que realmente uno quiere y entonces más que ser libres de verdad, su día se ve sujeto a lo que emocionalmente se encuentren viviendo.
Solamente hacen falta 90 segundos para identificar una emoción y dejar que pase. Si pasados 90 segundos se sigue manteniendo una respuesta emocional a lo que pasó, es porque uno decide quedarse en ese espiral emocional. Estas son las conclusiones de la Doctora en Neuroanatomía de Harvard, Jill Bolte Taylor. “Cuando una persona reacciona a algo que sucede en su entorno, comienza un proceso químico en su cuerpo. Ese proceso dura 90 segundos”.
Así entonces ayudar al hijo primero a establecer qué es lo que quiere, por ejemplo, en sus estudios para que así cuando venga una emoción de aburrimiento o flojera pueda con la práctica dejar pasar la emoción y continuar con sus estudios o trabajo.
Llevar estos consejos a la familia puede ayudar a que los hijos vivan en este mundo tan plural como el que viven y no se sientan arrastrados por las ideas o conductas de los demás; que puedan sentirse tranquilos de contar con un sistema de valores y formar sus propios criterios y la guía de unos padres que los aman y quieren lo mejor para ellos.