“Lo que entregas es lo que recibes del universo y pienso que es como decir: ´Voy a hacer la diferencia´ una y otra vez. Dices ´lo que voy a hacer hoy va a hacer la diferencia. Lo que yo digo es importante, lo que yo hago es importante, yo importo, a los demás les importa lo que tengo para decir´.”
Esto me lo dijo hace un poco más de dos años una artista admirable, sencilla, comprometida con el mundo que la rodeaba, talentosa. Para mí, hablar de temas profundos con Miley Cyrus fue todo un privilegio y al escucharla, creí en sus palabras y me inspiró a hacer la diferencia. Sin embargo, ese mismo día en el concierto me preguntaba si realmente era lo que me había dejado ver, si su actuación se ajustada a lo que me había dicho. Me quedó la duda. Y no me alegra que aquella duda haya ido confirmándose a través del tiempo, con cada canción, video y presentación. Ha sido un increíble y lamentable cambio de 180°.
La reciente aparición de la cantante en los Video Music Awards me ha llevado a una reflexión.¿Acaso las personas cambian tan fácil y rotundamente? ¿Será sólo un asunto de las estrellas y de rating?, ¿desde el principio era todo una farsa?
Todos los juicios y críticas que se me han ocurrido después de ver la gran transformación de la inocente Hannah Montana van acompañados de una frase que me lleva a reconsiderarlos: “Duro con los hechos, suave con las personas”. No es nuestra potestad ponernos el sombrero de jueces y señalar con el dedo. Es muy probable que como muchos fans argumentan, Miley haya vivido un montón de situaciones en su vida profesional y privada que la han llevado a la persona que hoy es. Tal vez es entendible mas no por ello excusable… mucho menos imitable. Todos tenemos un pasado que cargar y nos predispone en muchos sentidos. Pero no es esta una razón para promover e imponer dichos puntos de vista como si fueran buenos o “normales.
¿A qué me refiero? Es impactante comparar el estilo cercano, amable y alegre que atrajo a toda una generación, con las recientes manifestaciones grotescas, agresivas, postizas, cargadas de un erotismo sin sentido, muy lejano de una puesta en escena de una artista íntegra. Pero preocupa aún más el camino que tomarán sus fieles seguidoras/es dado que muchas veces el fanatismo puede llegar a nublar nuestro criterio.
Es impresionante que aquella adolescente amable y tranquila con la que me senté a hablar sea la misma que veo hoy en los medios, a donde sea que mire. Lo digo con mucho respeto pero sin callar. Mientras más fuerte es la cultura de lo sexual (ya no sólo de lo sexy) impulsada por los famosos y los medios de consumo, más consecuente debe ser la educación dada a nuestros niños pues son ellos quienes reciben el mayor impacto. Hace dos años, me habría encantado compartir mucho más con esta celebridad. Solo fueron quince minutos en los que quizás pude haber profundizado más en la conciencia de sus actos y sus decisiones, de su futuro y su vida. ¿Será feliz? No lo sé pero vale la pena preguntárnoslo. ¿Qué habrá fallado? ¿Estará orgullosa de haber vendido su originalidad y maravilloso talento por una cuestión de fama, dinero y poder?
¿Será que le hizo falta una preparación integral desde pequeña para lanzarse a ese mundo despiadado, que no perdona, que presiona constantemente? ¿Será que ha sufrido mucho y ha intentado apaciguar ese dolor con soluciones a corto plazo, con la búsqueda de sensaciones fuertes que le nublen y disipen las penas, aunque cuando amanezca duela aún más?
Desde mi experiencia en Protege Tu Corazón, he aprendido sobre nuestro gran valor como personas. Queremos hacerles saber a las adolescentes lo hermosas que son por dentro y por fuera, que valen muchísimo por su individualidad. Las impulsamos a construir una buena autoestima desde la sencillez. Este mensaje se extiende a todos nosotros pues muchas veces llegamos a reducirnos a sólo una apariencia. Nos subestimamos. Creemos que no podemos ser más que eso.
Estemos atentos. Somos los responsables de nuestras decisiones, no dependemos del pasado ni del medio que nos rodea. Aun con hondas heridas, todos, incluida Miley, contamos con la libertad y con la inviolable capacidad de ser mejores. Tenemos esperanza. No desistamos ni dejemos de creer en esta, nuestra especie humana que tanto tiene para dar. Somos mucho más que un cuerpo, una cara… incluso más que sólo talento. La belleza interior, aquella que no se desmaquilla ni se arruga, es la que debe salir a brillar. Tenemos la capacidad de ejercer una gran repercusión en la vida de los demás. Nosotros también tenemos la capacidad de generar un cambio de 180 y de “hacer la diferencia”, como ella lo dijo en aquella ocasión, para bien o para mal. Nosotros decidimos.