PTC en Nueva York. |
Estuvimos en Nueva York dando sesiones de PTC de donde regresamos muy contentos.Tuvimos una experiencia muy bonita. Nos invitaron las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará, de los religiosos del Verbo Encarnado, que conocieron Protege tu corazón a través de Valeria Zimmermann, instructora de PTC, quien en Filadelfia y en Nueva York trabajó con jóvenes de ambas comunidades el año pasado.
Father Rick, sacerdote diocesano y párroco de la iglesia de San Pedro y San Pablo, nos alojó en la Casa Rectoral, en un apartamento en el último piso. Llegamos a las 11:00 de la noche del jueves 19 de abril, guiados por las hermanas María Auxiliadora y María Jesús, que nos habían recogido en el Terminal 1 del Aeropuerto John F. Kennedy. Por el camino nos hablaron de sus labores, del público al cual nos íbamos a dirigir, etc. Nos comentaron además, que sus nombres como religiosas tenían que ver con María y con su cuarto voto, como esclavas del Señor.
Subimos sigilosamente las escaleras de madera que crujen a cada paso, para no despertar a nadie. El apartamento, agradable y amplio tiene puertas, marcos y pisos de madera con un aroma penetrante y con el estilo arquitectónico típico del Este de EEUU que lo hace muy atractivo.
A la mañana siguiente, Father Rick nos estaba esperando para llevarnos a la misa de 9:30 en otra parroquia cercana (a 6 cuadras) llamada Epifanía, que el también atiende. Mientras conduce nos gasta una broma, diciendo muy serio que es de un país lejano llamado Brooklyn… En ambas parroquias los feligreses son sobre todo inmigrantes puertorriqueños y dominicanos, sumandose a la población europea que desde el siglo XIX empezó a vivir en Nueva York. Actualmente los que llegan son latinos y asiáticos. Habla perfecto español aprendido en las calles de su ciudad natal y en Santo Domingo.
La actividad con jóvenes estaba programada para el viernes a las 7:00 pm, por lo que la Hna. María Auxiliadora se ofrece para llevarnos de tour por Manhattan. Para tomar el metro, recorrimos unas pocas cuadras de Brooklyn y nos fuimos familiarizando con su paisaje urbano: casas de dos o tres pisos construidas con ladrillo rojo, angostas, con sótano y un antejardín dividido por una ancha escalera que conduce a la puerta principal. Según la calle, las casas se acondicionan como comercios de todo tipo, desde florerías, tiendas de ropa, restaurantes o gimnasios. Sobre la orilla del East River se observan grandes chimeneas sin humo como viejos testigos de actividades que dejaron de hacerse. Por lo que dicen las hermanas, los residentes han cambiado en los últimos cinco años. Se ven yuppies y artistas, que se han pasado a vivir a los lofts, antiguas fábricas o bodegas convertidas en apartamentos de moda. Por esto, la propiedad se ha valorizado, con desventaja para los hispanos quienes se tienen que ir porque no pueden pagar los arriendos tan altos.
Las hermanas son jóvenes y salen diariamente a tomar el metro hacia la universidad en Manhattan. Estudian Educación, porque quieren trabajar en los colegios católicos que se cierran porque no hay quien los atienda.
Nos bajamos en la estación de la Calle 86 a respirar el aire de una mañana fresca entre los rascacielos. Pasamos por el colegio Mary Mount y mas adelante encontramos el Metropolitan Museum, nuestro primer destino turístico. Tuvimos la suerte de ver dos exposiciones súper interesantes: una sobre Venecia y el mundo Islámico y la otra, que se inauguraba ese día, sobre Grecia y Roma. Comentamos que habían “saqueado” a Grecia, porque el montaje y la colección de piezas es impresionante. Todo sensacional.
Después nos fuimos a almorzar (comer) una pizza riquísima en la Quinta Avenida y a hacer la visita al Santísimo en la Catedral de San Patricio. La Hna. María Auxiliadora comentó que la misa de las doce se llena con los ejecutivos de Manhattan.
Mientras recorríamos en autobús la Quinta Avenida, nos contó de su vocación. Estudiaba 4º año de economía en el norte de Argentina y después de unos ejercicios espirituales, sintió la llamada a la vida religiosa y viajó desde Tucumán a Mendoza para conocer a las Hnas. del Verbo Encarnado donde se quedó para siempre. Estudió 3 años en su noviciado y luego se fue a Arequipa. Después a Harlem y ahora Brooklyn. El fundador tiene como misión ir a donde nadie quiere y ya están en 19 países. En otoño se irá para Santa Clara, California a atender un colegio.
Su hábito las hace llamativas. Lo comprobamos mientras caminábamos con ella por las calles de la Gran Manzana. ¿Qué es lo que hace atractiva su congregación entre tantos jóvenes? le preguntamos. -La cruz, contestó sin pensarlo. -Vivimos una vida austera con pobreza real. Y como no rebajamos la cruz de Cristo, esto resulta muy atractivo para la gente joven…
Los tres seminarios, uno en Mendoza, Argentina, otro en Washington y otro en Roma están llenos. Nos alegró conocerlas de cerca, convivir con ellas, compartir su profunda alegrìa y jovialidad. Diariamente hacen una hora de adoración al Santísimo y otras práticas.
De Father Rick, el párroco, nos encantó su buen humor. Desde el principio hasta el último minuto nos hizo bromas. Y las hermanas no se salvan. Como ellas nos invitaron a cenar el viernes, al otro día las llamó temprano para decirles: -Los “Velez” están descompuestos por la comida de anoche, ¿qué les dieron? La hermana Aim Karim se preocupó, pero luego cayó en cuenta que era una broma.
En ese vecindario hay judíos de varias tendencias. Son comunes los hasídicos, judíos conservadores en extremo, llamativos por su indumentaria y visibles en las aceras entre el viernes y el sábado. Imposible no mirarlos mientras caminan por la calle en su fiesta del Sabat. Caminan en grupos de hombres con sus hijos o nietos, o de madres con sus niñas. Ellos de pantalón negro, túnica brillante hasta la rodilla en algunos, opaca en otros; trenzas por delante de las orejas; cuerdas blancas (filacterias) colgando de la cintura y una especie de sombrero (que no lo es) o corona gigante que rodea la cabeza hecha de pelo natural. Ellas cubiertas con faldas y abrigos muy clásicos y peluca. Los pequeños van vestidos parecidos a sus papás, pero sin túnicas. Cumplen las 613 normas del Torá a rajatabla. Por ejemplo, para no generar chispas, no tocan el botón del ascensor, ni encienden el suiche de la luz, ni el coche porque el fuego está prohibido en sábado. Contratan a los hispanos para que realicen estos menesteres.
El sábado por la tarde estaba programada la Jornada de Padres de familia en la Iglesia de San Pedro y San Pablo. Asistió un grupo numeroso, con el que tuvimos mucha empatía. Al terminar muchos esperaron en fila para agradecer o para consultarnos sus inquietudes. Son momentos muy valiosos, aunque sólo sea para escucharlos o dar una palabra de aliento. Después de eso nos fuimos a cenar en un restaurante en el barrio de los polacos, vecinos del sector. El mesero nos entregó la carta en polaco y no entendíamos nada…
Con los jóvenes también nos fue muy bien, gracias a Dios. La verdad es que rezamos mucho para que el Espíritu Santo hablara a través nuestro. Como otras veces, nos habían advertido que los chicos y chicas eran inquietos, difíciles de concentrar, muy metidos en su mundo, algunos con familias disfuncionales. Impartimos dos sesiones y al final no querían irse. Las monjas estaban impactadas del contenido y de la metodología y sobre todo del interés que se despertó en ellos. La sesión se clausuró con pizzas, refrescos, dulces y chocolates. Al final se nos acercó una de las chicas para regalarnos unas Kit Kat. Que bonito detalle. También el de la hermana Hope quien nos obsequió una linda tarjeta de agradecimiento.
Al día siguiente, la Madre Gema nos llevó a conocer el convento en Harlem y a su párroco, el padre Claudio, miembro de su congregación. También argentino, estudió en Roma y fue párroco en un pueblito cercano a Florencia por tres años. De allí pasó a Harlem a encargarse de la iglesia de San Pedro, que encontramos limpísima y arreglada con esmero por la mano de las hermanas y varias parroquianas. El paisaje es como el que se muestra en las películas: amenazador y bullicioso. Al llegar, una de las hermanas señaló a su izquierda a un pequeño grupo de muchachos diciendo: – son traficantes de droga… los reconozco porque yo viví aquí por tres años. Ellas se mueven de un lado a otro como peces en el agua, integradas por completo al ambiente. Por cierto, una de las que saludamos es bogotana y conoció la congregación mientras estudiaba Diseño de modas en Toronto. En la esquina de enfrente estaban haciendo un reportaje fotográfico a personajes típicos y dos de ellos posaban orgullosos delante de los reflectores y de las cámaras. Un moreno alto con su equipo de sonido gigante sostenido sobre el hombro y la gorra inclinada en dirección contraria y un robusto carnicero, vestido de blanco de pies a cabeza con su cuchillo en su mano derecha y el delantal manchado…
En Brooklyn, la comunidad católica es la más grande de EEUU: 1.6 millones de católicos y 215 iglesias. Cada domingo se celebran misas en 56 idiomas.
Father Rick, después de la misa dominical pidió firmas para evitar la destrucción de un edificio precioso (muy deteriorado ahora) de más de 100 años, antigua sede de Domino Sugar. Lo quieren reemplazar por uno nuevo con apartamentos de millón de dólares. Como el es nacido en Brooklyn no quiere ver su entorno de toda la vida tirado abajo, ni le parece justo que los altos precios desalojen a los hispanos que han vivido ahí por tantos años. Mucha gente de Manhattan se está trasladando a esta zona porque desde allí, al otro lado del río, la panorámica es espectacular.
Antes de despedirnos, la Madre María Gema, nos propuso irnos un tiempo a Nueva York durante el verano para estudiar las posibilidades de asentar a Protege tu corazón en firme: conocer gente, hacer contactos, hablar con la diócesis, etc.
En el avión de Aeroméxico, ya de regreso a Monterrey, brindamos por esta experiencia y pusimos en manos de Dios lo que pueda seguir. Ojalá sea realidad que podamos volver porque se quedaron en nuestro corazón…