Por Juan Francisco Vélez y María Luisa Estrada de Vélez
Los hijos crecen, quieren salir y divertirse. Se acabaron los días en que les leíamos un cuento y a dormir. Sus salidas producen temor. No es fácil manejar ese nuevo reto que conlleva la adolescencia: la necesidad de socializar. Los papás se hacen muchas preguntas sin encontrar respuestas. Para algunos los permisos dependen del estado de ánimo: “Uhm, pues sí…”, “Nos parece que hoy no…”, y aunque a veces suene la flauta, no debería ser lo habitual. Algo tan importante en la vida de los hijos debe ir más allá de una corazonada, o de una preferencia.
En los talleres de Protege tu corazón muchos padres de familia preguntan acerca de las salidas de sus hijos y comparten opiniones que muchas veces son contrapuestas:
“Estamos preocupadas porque las niñas están invitando a nuestros hijos a fiestas en las que bailan canciones lentas en pareja… ¿Qué opinan? ¿Debemos dejar que se diviertan y nada más?”
“Es bueno que los niños y niñas de sexto grado empiecen a salir y a conocerse porque si no lo hacen ahora, cuando terminen secundaria no van a tener amigos o amigas con quien salir…”
Como se ve, hay padres que fomentan fiestas y reuniones de cualquier tipo y otros que las prefieren en grupos de niñas y niñas con adultos presentes. Algunos no consideran problema que sus hijos tengan salidas exclusivas que luego terminen en noviazgo y otros que ven este tipo de salidas con mucha preocupación…
Nuestra propia observación indica que cuando hay niños y niñas menores de 15 que durante una temporada van juntos a fiestas o reuniones, al año siguiente se empiezan a observar parejas en exclusiva, es decir, de “él con ella” y sin mucha supervisión… ¿Qué pensar entonces de esta tendencia, qué medidas tomar al respecto? Acudir al sentido común y analizar diferentes puntos de vista que permitan tomar decisiones en función del bien de sus hijos.
Razones para aplazar las salidas
Los adolescentes menores de 15 todavía no tienen las habilidades sociales e interpersonales necesarias para desenvolverse adecuadamente durante las salidas con personas del sexo opuesto, porque carecen de la madurez emocional necesaria para aplazar gratificaciones inmediatas, ni de la madurez intelectual para prever consecuencias de lo que deciden o hacen, lo que en conjunto puede originar los siguientes riesgos.
– Situaciones comprometedoras
El adolescente menor de 15 años tiene una identidad subdesarrollada y todavía no sabe bien quién es: qué le gusta o disgusta, qué valora, en qué cree, de qué está convencido, qué espera de sí mismo. Se afana en “encajar”, por encima de ser valorado por lo que es. La opinión de los demás pesa más que su propia realidad. Depende mucho del qué dirán… Es inseguro.
Ahora bien, las salidas le convienen porque al observar a los demás y compararse, obtiene información para incrementar en conocimiento propio. Sin embargo, apresurarse a salir en exclusiva sin tener claro lo que quiere de sí mismo o lo que espera de una relación, sumado a los sentimientos típicos de inseguridad de la edad, lo puede conducir fácilmente a situaciones “demasiado estrechas-demasiado pronto” para las que no está preparado y que comprometen su proceso de crecimiento personal y de madurez.
– Conductas tipo “serie de televisión”
Todo lo que aprenden los niños y los adolescentes acerca de las salidas, sucede antes de vivir esa experiencia. A través de los videos musicales, el cine y las series de TV, ven mucho sexo casual sin consecuencias, conductas impactantes que no son ejemplares. Esto aumenta las probabilidades de construir sus relaciones imitando los modelos observados, en vez de construirlas con criterios sanos y positivos, incrementando la incidencia de relaciones sexuales prematuras, embarazos, enfermedades, pérdida de capacidad de comprometerse y otras consecuencias.
– Tener sexo
Los adolescentes que empiezan a salir precozmente (15 años o menos), son más dados a involucrarse sexualmente. A menor edad, mayores probabilidades de ceder a la presión individual o de grupo. El siguiente cuadro revela que el 90% de las niñas que afirmaron haber tenido sexo, empezaron a salir con una pareja exclusiva a los 12 años. En cambio, aquellas cuya primera salida exclusiva ocurrió a los 17 años, el porcentaje de quienes tuvieron sexo era apenas de un 10 %.
Las salidas exclusivas entre los doce y los quince años aumentan significativamente el riesgo de relaciones sexuales y llevan a desperdiciar valiosas oportunidades de conocer gente, con diferentes maneras de ser que enriquecen la propia personalidad.
– Empezar a beber alcohol
En vista de que en nuestra sociedad la diversión y el alcohol van de la mano, las salidas en general conllevan una fuerte presión para empezar a tomar, alentada en parte por los padres o por los mismos jóvenes.
Cualquier hijo o hija menor de 15 años puede verse fácilmente involucrada en invitaciones a salir que incluyan consumo de alcohol. Cenas con vino, fiestas con abundante cerveza, degustación de gelatinas coloridas impregnadas de vodka (“Jelly Shots”), preparadas y servidas por las mismas mamás sin importar que sean menores de edad.
Ante estos riesgos, a los padres con hijos entre los 12 y los 15 años les conviene idear formas nuevas de pasar tiempo con sus hijos para estrechar lazos afectivos, justamente en la época en que empiezan a distanciarse de sus familias. Facilitar conversaciones a través de las cuales ellos y ellas se conozcan mejor, puedan identificar sus propios valores y recibir motivación para empeñarse en metas concretas.
Las siguientes son algunas recomendaciones de carácter preventivo para tener en cuenta.
– Platicar sin sermonear
Elegir formas inteligentes para empezar conversaciones, que den lugar a “meterse” en la vida de los hijos de forma atractiva generando la posibilidad de influir en ellos positivamente.
“¿Te sientes aceptado por tus amigos?, ¿Alguien se burla de ti…?”
“Cuéntame de tus amigas: qué programas les gusta, qué hacen los fines de semana…?”
“¿Alguien se ha fijado en ti? ¿Te atrae algún chico…?”
“Es muy normal sentirse inseguro. A mi me pasaba eso a tu edad…”
“Muy pronto recibirás presiones para beber. Te doy estos tips para decir no…”
– Enseñarles a vivir la amistad
La amistad va mucho más allá del compañerismo. Supone coincidir en gustos, tener un trato frecuente, respetar las diferencias en gustos y opiniones, tener confianza para contarse cosas. Para que haya verdadera amistad es necesario que sea de doble vía y que haya ayuda desinteresada. Un buen amigo anima, hace y propone cosas buenas…, es un tesoro!. Construir una amistad facilita el desarrollo de muchos valores: dar y recibir, hablar y ser escuchado, comprender y ser comprendido. Ningún otro tipo de convivencia favorece tanto la madurez humana.
Si entre los 12 y los 15 años guiamos a nuestros hijos para que dediquen este período de su vida en tener buenos amigos, les estaremos dando la oportunidad excepcional de afianzar sus valores y de desarrollar relaciones sanas y de largo plazo, el mejor antídoto para evitar la imitación de los modelos que proponen las series de TV.
– Aplazar la edad para tomar alcohol
Dado que el alcohol es socialmente aceptado y la mayoría de los padres no ven problema en que sus hijos comiencen a beber cuando es en su propia casa, hay que emprender un cambio de mentalidad. En esta materia, la recomendación es clara: alejarse de los 14 y acercarse a los 21 años para probarlo disminuye las probabilidades de tener un problema serio.
– Establecer una política de permisos y salidas
Papá y mamá deben acordar una política de permisos y salidas porque los hijos necesitan saber qué se espera de ellos y contar con normas que los haga sentir seguros. Aunque muchos padres piensen lo contrario y parezca de moda que lo que hay que hacer es darle gusto a los hijos, vale la pena no dejarse llevar por la corriente sin doblegarse. Todo permiso que se les niega o se les aprueba debe propiciar su madurez.
A la hora de definir reglas para la diversión de los hijos, estos aspectos pueden ser útiles:
1. Definir la edad para comenzar a salir y la edad para el noviazgo.
2. Tipo de salida: en grupo, en parejas, ¿presencia de algún adulto? Si no hay adultos no se debe dar el permiso.
3. Lugares permitidos: plazas comerciales, colonias residenciales, casas de familia.
4. Si es en la casa, ¿qué lugar es apropiado para recibir a los amigos? ¿en la puerta?, ¿en el dormitorio? ¿en la sala? por qué si y por qué no?
5. ¿Qué van a hacer?: Ir a cine, ir a una fiesta, hacer deporte. Hay planes que consisten en no hacer nada que es mejor evitar y en cambio propiciar aquellos que promueven actividad, participación, organización.
Si el plan es ir a cine orientarlos para que aprendan a elegir con criterio las que son constructivas para su desarrollo y las que no promueven valores y son destructivas.
6. Definir la hora límite para salir y la hora para regresar.
7. Establecer quién los lleva y quién los recoge, repartirse con otros papás esta tarea, pero que siempre sea un adulto de confianza. Evitar los taxis o que otro adolescente sea quien los transporte.
9. ¿Cuánto dinero es adecuado para una salida? Más vale que estén cortos de dinero.
10. ¿Será un ambiente sano? Ponerse de acuerdo entre las familias para que ninguna patrocine el alcohol. Y por supuesto tampoco las drogas.
11. Contacto físico: ¿qué nivel es adecuado? ¿Cómo mantener el control de las emociones sexuales?
12. Código de vestir en las niñas y en los niños. Enseñarles que la forma en que visten, habla de ellos.
La prudencia indica que los padres no deben anticipar situaciones cuando aún los hijos no tienen la madurez suficiente para manejarlas. Hay tiempo para todo y el tiempo de salir y de tener novi@ también tiene su momento.