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Grupos de familia en WhatsApp: más contacto, menos conversación

Whtasapppor José Luis Orihuela

 

Más de 1500 millones de usuarios en 180 países han convertido a WhatsApp en la aplicación de mensajería instantánea más popular del mundo.

 

Además de los grupos de amigos y los laborales, los grupos familiares son ya un clásico de una herramienta que ha introducido dinámicas insospechadas en la vida familiar.

 

Hay dos características básicas de los grupos de familia en WhatsApp. En primer lugar, hay más de uno (familia nuclear; familia extendida; hermanos sin los padres; padres con cada hijo, etc.). En segundo lugar: es uno de los pocos grupos de los que resulta casi imposible salir.

 

Aunque la utilidad de los grupos de familia está ampliamente comprobada (especialmente para facilitar la logística familiar y funcionar como tablón de anuncios), también es cierto que se trata de una tipología de grupo que lo hace especialmente delicado y frecuentemente parodiado.

 

El grupo de WhatsApp mejora la comunicación de la familia al convertir todos los intercambios en multilaterales, facilita la integración de los miembros que están fuera del hogar y permite gestionar de forma más eficaz los anuncios.

 

Pero como ocurre con todas las tecnologías de la información, la adopción de la mensajería instantánea tiene efectos de desplazamiento que afectan a las tecnologías anteriores como las llamadas telefónicas o la correspondencia postal. Así es que se da la paradoja de que estando más conectados conversamos menos y con menos profundidad.

 

Aunque parece muy poco razonable abstraerse de esta adopción tecnológica, merece la pena detenerse un poco en algunos de los problemas y riesgos que conlleva la mensajería instantánea en el ámbito familiar, y proponer algunas recomendaciones para evitar los daños colaterales de unas prácticas comunicativas que han llegado para quedarse.

 

Riesgos a evitar en los grupos familiares de mensajería instantánea

 

Saturación: tanto el exceso de mensajes como su ausencia prolongada genera estrés entre los participantes del grupo. Los miembros de un grupo familiar suelen sentirse obligados a responder o a participar, por eso es preferible disminuir en lo posible la presión por la respuesta y por la inmediatez. No todo debe ser respondido, no siempre es obligatorio publicar algo y no es imprescindible reaccionar de forma inmediata.

 

Mezcla de conversaciones: las conversaciones cruzadas en los grupos familiares y en los grupos de padres, son objeto habitual de bromas y parodias que suelen saltar a la prensa y han llegado a convertirse en libros (Mis whatsapp con Mamáde Alban Orsini). Mantener el foco en una conversación multilateral es una tarea compleja tanto en los entornos físicos como en los virtuales. El recurso básico aquí es el uso de las menciones (@usuario) para conectar conversaciones en curso.

 

Spam y temas polémicos: los mensajes frecuentes sobre asuntos profesionales o comerciales, así como las referencias a temas de índole religioso o político, son contenidos a evitar en los grupos familiares. Baste recordar que buena parte de la mala prensa que reciben las reuniones familiares de fin de año está originada en el agobio que producen las discusiones en torno a estos asuntos.

 

Imprudencias y reproches: el ritmo y las distracciones que suelen acompañar al envío de mensajes de texto, especialmente cuando se interactúa con varios grupos a la vez, dan lugar a equivocaciones (mandar el mensaje a un grupo incorrecto), faltas de tacto (responder en caliente) y fallos de interpretación (ironías mal entendidas y uso equívoco de emoticonos). Para mantener el buen clima de un grupo hay que hacer un esfuerzo por filtrar mejor los mensajes que se reciben y los que se envían y aplicar siempre la regla de la prudencia. Hay algunos errores que mueven a la risa y se convierten en anécdotas, pero también hay otros que causan dolor y provocan resentimiento.

 

Monopolio de conversaciones: cuando dos usuarios de un grupo inician un intercambio de mensajes que tiende a prolongarse, lo que corresponde es pasar a un canal privado para no monopolizar la conversación del grupo y evitar saturar a los participantes.

 

Estados alterados: la falta de sueño, el exceso de alcohol, las horas intempestivas y las emociones extremas son estados bajo los que es preferible abstenerse de publicar contenidos en internet e interactuar en grupos de mensajería. La regla básica en un grupo familiar es no responder bajo estados alterados.

 

Amplificación de falsedades: los bulos y las noticias falsas (fake news) han encontrado un terreno propicio para expandirse viralmente gracias a los grupos de mensajería, con el agravante de que en los grupos familiares los usuarios suelen relajar el nivel de sus filtros de contenido y están más predispuestos a hacer circular memes, noticias insólitas y —de forma inadvertida— intoxicaciones informativas. Compartir contenidos manipulados en una red, aunque parezcan inofensivos, siempre conlleva consecuencias.

 

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Finalmente, aunque de los grupos familiares no podamos escapar, a veces conviene que nos tomemos un breve descanso: en ocasiones muteando al grupo o, sencillamente, desactivando sus notificaciones.

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José Luis Orihuela es profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra (Pamplona, España). Email: jlori@unav.es – Blog: ecuaderno.com – Twitter: @jlori – Medium: medium.com/@jlori

 

 

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