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Jamás Lo Cambiaría…

Por María Isabel Giraldo

“Entonces, cuando pude sobrepasar las infinitas olas de dolor y confusión que me embargaban, encontré una pizca de satisfacción. Aunque aún no era suficiente. Con un gran esfuerzo, logré abrir los ojos. Y en ese momento lo vi. Su pequeño cuerpo embadurnado de una parte de mi misma, sus minúsculas manos buscándome en la oscuridad, su llanto inocente llegaba hasta mis oídos… lo supe y di las gracias. Supe que era esto lo que tenía que pasar desde un comienzo, supe que tomé la decisión correcta. Ya todo tomó sentido. Todos esos oscuros momentos, todos mis errores quedaron perdonados, todos mis miedos y dudas se esfumaron… mi hijo era todo lo que importaba. Era lo que me hacía feliz. Jamás lo cambiaría…”

Tantas madres alrededor del mundo pasan por esto en el momento en el que tienen a su hijo o hija. Tantas preguntas sin respuesta dejan de importar. No soy madre pero he tenido la oportunidad de ver a las madres solteras de la Fundación La Divina Providencia. Jóvenes entre los 13 y 20 años que tanto lastimosa como afortunadamente llegaron allí con sueños destruidos por un hombre, una sociedad, un error, unas circunstancias pero con un nuevo foco mucho más brillante que cualquier otro, que las impulsa a seguir y a nunca rendirse. Su hijo. Este hijo que fue fruto de un error, un arrebato, un abuso, falta de educación y de conocimiento, falta de autocontrol, confusión entre el sexo y el amor, el deseo de ser amadas, publicidad falsa de unos medios decididos a vender y vender sin importar el daño que puedan llegar a causar… tantas razones por las cuales a tan temprana edad se ven con un niño en brazos. Algunos de estos niños estuvieron a punto de morir por una decisión equivocada de su madre, estuvieron a punto de ser asesinados. Pero por fortuna, por un buen consejo o por gracia de Dios, su madre les respetó el derecho a la vida que a ellas, hace unos años, alguien más les respetó también.

“Esta fundación es una oportunidad en el camino que me puso Dios. Yo no tenía dónde estar y aquí me dieron una puerta, una luz que seguir. Cuando supe que estaba embarazada yo no quería tener el niño y pensé muy seriamente en abortar. Sin embargo, varias personas a mi alrededor me pidieron que no lo hiciera entonces busqué ayuda. Lo agradezco mil veces y ya que tengo a mi niño sé que nunca volvería atrás para abortar. Me gustaría decirles a las niñas que estén frente a esta decisión que, aunque sea un momento de mucho desespero, angustia y del “qué dirán”, hay muchas oportunidades y ayuda para nosotras las madres solteras. Mi hijo es quién me ha dado las fuerzas para seguir adelante. Sí, fue muy duro comenzar a ser madre pues a esta edad uno tiene una vida muy diferente: bailar, salir y muchas otras cosas. Ya entre cambiar pañales, dar tetero, esto y lo otro, no puedo hacer lo que hacía antes. A mí sí me dio muy duro y lloraba mucho, pero definitivamente esos sacrificios han valido la pena. Quiero para mí y para mi hijo un futuro muy bueno. Me gustaría estudiar medicina o ser profesora, salir adelante. Quiero inculcarle a mi hijo en su educación los valores para que él no repita mi historia. Lo quiero guiar para que no sufra lo mismo que yo sufrí. Aquí he aprendido y he trabajado mucho en mis problemas; yo era una persona que no pensaba antes de actuar, era muy grosera y ahora sí reflexiono, he cambiado mi forma de pensar.”

Estas son las palabras de Cindy, una joven de la fundación de 17 años. Nos muestran el proceso por el que pasan estas niñas y nos deja algo en qué pensar.

¿Realmente entrenamos nuestra voluntad y nuestra conciencia para no vernos en estas situaciones? ¿Estamos seguros de poder manejar una situación antes de que se salga de nuestras manos? Tal vez nosotros sí. Pero muchísimas personas ahí afuera, van por el mundo sin el conocimiento necesario. Caminan seducidas por verdades a medias sin ver la posibilidad de una buena y recta formación del carácter. ¿Por qué lo sabrían? A los medios no les conviene que los jóvenes opten por una sexualidad inteligente y racional sino que se dejen llevar por el desenfreno haciéndoles promesas de seguridad que no pueden cumplir. Yo tuve la oportunidad que muy pocos tenemos de conocer esa opción y de tomarla libremente. Y ahora, mi futuro está en mis manos y en las de nadie más. Como Cindy, tengo 17 años y estoy llena de sueños. Pero no sé porqué, a mí me llegó la información correcta y a ella no. Creo que es mi responsabilidad llevar ese mensaje a quienes no lo tienen. La maternidad es un tesoro y jamás se debería renunciar a él porque es “inconveniente”. ¡Se le debe recibir con alegría y fortaleza si llega! Pero, ¿No sería mucho mejor que llegue cuando ya hayamos salido y bailado, cuando hayamos madurado y tengamos un carácter formado, con la sabiduría y la fortaleza necesarias para esta delicada tarea, cuando hayamos elegido con la inteligencia y el corazón una pareja y nos hayamos casado con ella para ofrecer la seguridad y estabilidad que necesita una persona para crecer en condiciones optimas, con la imagen materna y paterna, con unos padres unidos por el amor y el compromiso? No dejemos que nadie nos quite nuestro futuro. La castidad sí es una opción.

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