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Mi hijo no quiere ir al colegio

Por Angeles Guerrero de Martínez, instructora de PTC en México. En colaboración con Juan F. Vélez y María Luisa E. de Vélez

El bullying un problema que cada día inquieta más a padres y educadores. ¿Dónde se inicia? ¿Cómo crear un ambiente antibullying en la casa y en el colegio?

Rodrigo de 12 años ya no aguanta más. Se enfrenta a golpes con Arturo, -uno de sus compañeros de clase- hasta estampillarlo en la pared. El colegio ha citado a los papás de ambos para analizar la situación. Los de Rodrigo sienten que la reacción ha sido justificada, ya que de tiempo atrás Arturo lo viene agrediendo. Los de Arturo no lo ven de la misma forma y opinan que la reacción es desproporcionada… ¿Cómo los juzgará el colegio? ¿Qué solución le darán los padres? ¿Qué medidas preventivas y correctivas hacia el futuro se deben tomar?

Si bien la agresión escolar o bullying es un comportamiento que siempre ha existido, en esta época ocupa un lugar importante entre las preocupaciones de padres de familia, comunidades educativas y alumnos. El grado de violencia y su frecuencia, han aumentado significativamente en los últimos 5 años a nivel mundial. Los estudios revelan que la agresión trae concecuencias que inciden profundamente en la vida de un estudiante: causa estragos en la autoestima y afecta el desarrollo y el equilibrio emocional.

POSIBLES CAUSAS

La familia

Es el primer ámbito que hay que considerar. Los niños son imitadores de actidudes que más tarde reflejan en sus comportamientos. Aprenden a reaccionar frente a diversos estímulos, influenciados por sus padres y hermanos. Si en su casa se piden las cosas mediante amenazas, con descortesía, usarán el insulto para obtener lo que quieren. Cuando las necesidades emocionales básicas no son satisfechas adecuadamente su comportamiento en situaciones nuevas o su relación con otras personas resulta hostil. Un padre déspota, que trata con brusquedad a su esposa; una madre que discrimina los compañeros de sus hijos: “cuídate de ese que es foráneo”, “no te juntes con aquel que no trae carro del año, “evita a los que usan ropa barata…”; la intolerancia ante las opiniones, ideas o gustos contrarios o las burlas y molestias frecuentes provenientes de algún hermano… se convertirán en modelos que el niño asumirá como naturales y aplicará después en sus relaciones escolares.

Los medios de comunicación

La TV, el cine, las revistas y la radio promueven la idea de que “todo se vale” en el comportamiento de las personas: Un titular de una revista sugiere cómo expandir chismes sin ser descubierto. El hostigamiento y las amenazas hacen popular a un personaje en una serie de televisión. Condicionar la pertenencia a un grupo , a costa de poner en riesgo la vida es una escena de una película de gran audiencia…No es de extrañar que el anonimato que proporciona Internet se emplee para ventilar intimidades y rumores ajenos. O que se imite la burla y la agresividad de un célebre protagonista del cine o la TV para trasplantar su “técnica” al salón de clase. La fascinación de los videojuegos atrapa a niños y adultos. Poder jugar con las imágenes virtuales como si fueran realidades es fascinante. ¿Quién no se siente atraído de “mover” a su antojo las estrellas del futbol mundial en una cancha virtual? ¿O a acumular puntos presionando las notas musicales de una guitarra virtual con las melodías más populares del rock,? Esto y el bullying no tienen relación… Pero un videojuego en el que se agrede, se golpea, se empuja y hasta se mata virtualmente, puede que sí.

Los compañeros

El tercer ámbito a considerar son los compañeros. En todos cabe la posibilidad de ser clasificados de la siguiente manera:

  • Víctima: Es la persona que recibe la agresión física o emocional, de manera presencial (en persona) o virtual (a través de medios electrónicos como internet o celulares).
  • Agresor: Existe el directo que realiza la agresión por su propia cuenta y el agresor indirecto, de quien se sirve el agresor directo para amenazar, hostilizar o amedrentar a la víctima. Sin embargo, el anuncio mismo de la posibilidad de agresión debe considerarse como agresión…
  • Seguidor del agresor: Actúa bajo las ideas de un líder a quien acompaña para realizar su agresión o sirve de altavoz para hacerle eco a sus amenzas o burlas.
  • Observadores: Son aquellos que de manera pasiva no se ponen ni a favor ni en contra del agresor. Temen recibir las mismas agresiones y su “neutralidad” puede considerarse como complicidad. Entre los observadores no cómplices, pueden aparecer los que denuncian o los que defienden.

Hay que tener en cuenta que el colegio es el lugar en el cual se presentan la mayoría de los comportamientos agresivos y donde muchas veces reina la ley del miedo.

MEDIDAS PREVENTIVAS

La agresión escolar marca negativamente a quienes la padecen, e incluso ha cobrado vidas. En este problema existen varios protagonistas: padres, víctimas, victimarios, seguidores del agresor, observadores, maestros y personal docente. Todos deben hacer parte de la solución, lo cual requiere tiempo y compromiso continuo. Cada uno desde su posición deberá trabajar con la idea de lograr un ambiente positivo y adecuado para que cada individuo crezca seguro, y tranquilo. He aquí algunas recomendaciones:

1. Establecer en la familia un estilo de trato cordial, cálido y empático, será una manera de prevenir que los hijos desarrollen costumbres agresivas en la escuela.

2. Sentarse con los hijos a ver cine o sus programas de TV preferidos y realizar un ejercicio de pensamiento crítico constante:

  • Cuestionar al niño sobre lo que ve o se realiza a través de los medios, agudiza su capacidad para distinguir lo justo de lo injusto; lo social de lo antisocial.
  • Animarlos a que evalúen los contenidos. Dialogar sobre el por qué de un acto, un comentario u opinión hará que los razonamientos se conviertan en el antídoto que prevenga el contagio del “todo vale” que predomina.
  • Identificar la agresividad y la violencia como falta de respeto hacia las personas. Distinguir si es física o emocional. La presencia del papá o la mamá a la hora de “entretenerse” con los medios audiovisuales, será una oportunidad de oro para formar el criterio: distinguir lo grotesco de lo divertido; el abuso de la defensa de los propios derechos.

3. Enseñar cómo respetar a las personas. Todas lo merecen por el hecho de ser personas. El respeto no depende de que sean ricas, pobres, guapas o menos guapas, corpulentas o delgadas, sanas o enfermas, conocidas o desconocidas… Todos los seres humanos poseen un valor en sí mismos que no necesitan demostrar, pero sí ser reconocido.

4. Enseñar a defender los propios derechos. Con asertividad: diciendo lo que se piensa y se siente, pero sin recurrir a la venganza, al sarcasmo ni al desquite.

5. Invitar amigos de los hijos a la casa y estar presente sin estarlo (discretamente) para ver como se comportan al jugar o interactuar. Hacer preguntas a los invitados, interesarse un poco por su familia, sus gustos, etc.

6. Descubrir si el hijo es líder, seguidor o víctima, permitirá tomar medidas adecuadas.

7. Animar a cultivar diferentes grupos de amigos, porque si hay un problema de agresión en la escuela, la víctima podrá contar con el apoyo de otros grupos y la carga de la situación no será tan grande, se diluye.

8. Diseñar una campaña entre padres, personal docente y alumnos para minimizar el problema del bullying o violencia escolar.

  • Crear un ambiente en el cual se aprecie el valor de cada persona.
  • Definir con claridad las características del comportamiento agresor.
  • Identificar el comportamiento que se pueda calificar como cómplice de quien agrede
  • Que haya tolerancia cero con el bullying y la determinación de reducir el poder y el lucimiento de los bulies.
  • Establecer medidas disciplinarias para sancionar a los responsables y a su vez desalentar a bulies potenciales que tengan intenciones de hacer lo mismo.
  • Respaldar a las víctimas y/o a sus padres a que denuncien las agresiones.

9. Imprimir trípticos o boletines que amplíen los siguientes contenidos:

  • La agresión escolar no está bien.
  • La agresión no soluciona las inquietudes del niño agresor
  • Las actitudes aprendidas por el niño agresor se pueden des-aprender

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