por José Luis Orihuela
Compartir contenidos visuales de duración efímera mediante aplicaciones móviles se ha convertido en el nuevo estándar de uso de las redes sociales entre los más jóvenes.
Las stories, lanzadas por Snapchat en octubre de 2013 se han ido extendiendo a todas las plataformas sociales (Instagram Stories en agosto de 2016, Whatsapp Status en febrero de 2017 y Facebook Stories en marzo de 2017).
Hasta los Momentos de Twitter y las Series de Medium revelan un cambio de paradigma acerca del modo en el que se comparte y consume contenido en los medios sociales.
Atrás quedan los contenidos indelebles navegables en un timeline infinito: las nuevas generaciones son cada vez más conscientes del impacto de la huella digital y prefieren no dejar rastros, al tiempo que privilegian las actualizaciones inmediatas de su círculo más próximo.
Hay en las stories una recuperación de la vieja cultura de la oralidad y de la ausencia de registro, que caracteriza los encuentros cara a cara y las conversaciones telefónicas de voz.
La fugacidad de esas experiencias no las hace necesariamente superficiales, al contrario, permite recuperar buena parte de la espontaneidad que desaparece en los entornos cristalizados para siempre por un soporte.
En una plataforma como Instagram se aprecia el contraste evidente entre la perfección vital y estética que intenta representarse con cada fotografía, y la fluidez, informalidad y ausencia de pretensiones que caracteriza a las stories.
Frente a la congelación fotográfica de un momento perfecto (ensayado previamente y editado a posteriori con filtros), las stories encapsulan de manera transitoria un fragmento narrativo, no editado, de la vida misma.
El contexto inmediato del usuario se convierte en el nuevo contenido, y la cámara del teléfono sustituye al teclado como mecanismo idóneo de codificación.
El carácter efímerode estas historias evanescentes libera a los usuarios de las constricciones de fondo y forma que proyectan, sobre el contenido, las formas de comunicación destinadas al archivo.
Las stories son un boceto descartable, mientras que las fotos, los mensajes y los tuits son registros permanentes que acaban construyendo (o destruyendo) nuestra biografía.
Recuperar la magia natural de las experiencias efímeras para los amigos puede ser una forma de oxigenar a las redes de la impostura diseñadade tantos momentos perfectos que solo buscan el halago de los desconocidos.
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José Luis Orihuela es profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra (Pamplona, España). Email: jlori@unav.es – Blog: ecuaderno.com – Twitter: @jlori – Medium: medium.com/@jlori