fbpx

32 años de aprendizajes que queremos compartir

Por Juan Francisco Vélez y María Luisa Estrada de Vélez

¿Qué sienten al ver que toda esta gente está aquí por ustedes dos? Nos preguntaron en el Encuentro Internacional de Protege tu corazón en Mendoza, Argentina, el pasado marzo, mientras sonreíamos para la foto junto a 80 participantes llegados desde distintos rincones de Argentina, Chile, Paraguay y Perú.

Cuando comenzamos a hablar de educación sexual hace más de tres décadas, lo hicimos pensando en nuestros propios hijos. Queríamos acompañarlos para darles claridad y ayudarlos a crecer con una visión sana, optimista y positiva del amor y la sexualidad. Nunca imaginamos que esa inquietud personal se convertiría en un proyecto que llegaría a miles de escuelas y familias del mundo.

En este camino por tantas ciudades y países hemos constatado algo muy profundo: los temores de los padres siguen siendo los mismos, aunque cambien las generaciones. Ayer como hoy, sigue presente la idea de que hablar de sexualidad es abrirle demasiado pronto los ojos a los hijos. Ayer como hoy, los padres se preguntan cuál es el momento adecuado para tocar ciertos temas.

Sin embargo, la experiencia nos ha mostrado que cuando se habla a tiempo, con delicadeza y naturalidad, los hijos no solo entienden mejor, sino que agradecen profundamente la confianza, el mejor regalo que podemos darles.

De estas vivencias nació un libro que pronto podrán leer. La experiencia de tantos años como fundadores de Protege tu Corazón, junto con el rigor académico y la sensibilidad de María Grazia Gualandi, doctora en educación, se unen en una guía cercana, clara y realista para acompañar a los padres en los desafíos actuales.

Una anécdota que recordamos con mucho cariño lo refleja bien. Después de un taller, se nos acercó Pepe, un papá que quería compartirnos algo. Nos dijo: “Yo tenía temor de abordar el tema de la procreación con mi hijo de 10 años. Hasta ahora no lo había hecho con la excusa de que me parecía prematuro y que no hacía falta. Pero después del taller recé, me preparé y me lancé. Quiero decirles que ha sido maravilloso. El hecho de haber hablado significó que mi hijo mayor empezara a hacerme preguntas que antes no se atrevía a formular, y estoy feliz de constatar lo positivo que ha resultado. Además, el segundo, que tiene nueve años, ha notado el clima de naturalidad y delicadeza y se ha animado también a plantear sus inquietudes”.

El rostro de Pepe hablaba más que sus palabras: alivio, gratitud y certeza de haber dado un paso importante en la vida de su familia.

Historias como esta se han repetido a lo largo de los años y nos han enseñado que los padres no necesitamos tener todas las respuestas, pero sí necesitamos la valentía de abrir la conversación. Porque al final, no se trata de dar una cátedra, sino de ofrecer un clima de confianza donde los hijos se sientan escuchados y acompañados.

Hoy, 32 años después, podemos decir con certeza que la educación sexual en familia no solo es posible, sino que es el camino más humano y fecundo. Hemos visto como los niños y adolescentes que crecen en hogares donde se habla con naturalidad y respeto desarrollan una seguridad muy distinta frente a su cuerpo, sus relaciones y sus decisiones.

Sí, los tiempos han cambiado, las pantallas y las redes sociales han multiplicado los retos. Pero el corazón humano sigue siendo el mismo. Y sigue necesitando de padres presentes, que acompañen, que escuchen y que amen de verdad.

 

Foto: Grupo de alumnos del Centro Escolar Campogrande, Hermosillo (México) después de recibir el taller “Yo, antes de nacer”

Menú